domingo, 24 de enero de 2010

El dentista desalmado


Juan era su primer paciente. Desde que salió del sanatorio Saint Germain le costaba ganarse la confianza del barrio.Le dolían las manos de tenerlas atadas a la espalda, es lo que tienen esas malditas camisas de fuerza.Le miró a través de sus gafas de culo de botella.
-Siéntese, don Juan- le dijo riéndose nerviosamente.
-Gracias Doctor, hágame algo en esta muela, estoy que me muero de dolor.
-No se preocupe caballero, eso está hecho.
Se dio la vuelta y se acercó a Juan, llevaba el fórceps en la mano.
-Bueno doctor, me fío de usted, no me haga daño eh?
-No hombre no, tranquilo, túmbese y relájese.
-Pero Doctor, primero no me pone anestesia?
-¿Anestesia?, que va, ya eso no se usa, tiene muchos riesgos, será solo un momento.
Le agarró de la pechera, Juan se resistía y berreaba como un poseído, tuvo que ponerle la pierna encima para conseguir inmovilizarlo.
-Vamos hombre, no sea chiquillo, no me grite tanto-jajajajajajajaj- se reía a carcajadas.
-Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

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